Símbolo de la izquierda latinoamericana, exguerrillero, prisionero político y referente ético global, Mujica murió tras una larga batalla contra el cáncer de esófago
Montevideo, Uruguay. — José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, murió este martes a los 89 años tras una larga lucha contra un cáncer de esófago. El actual mandatario uruguayo, Yamandú Orsi, confirmó la noticia en su cuenta oficial de X: “Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho, viejo querido”.
Mujica fue uno de los líderes más icónicos de la izquierda latinoamericana. Su vida fue una mezcla de lucha armada, prisión, resiliencia democrática y una presidencia sin lujos que le ganó el respeto y admiración del mundo.
La enfermedad que acabó con su vida había sido anunciada por el propio Mujica en abril de 2024, cuando reveló públicamente que padecía un cáncer agresivo en el esófago. A pesar de someterse a radioterapia, el tratamiento solo logró un alivio temporal. En enero de 2025, declaró que la enfermedad había hecho metástasis en su hígado, y pronunció sus palabras finales: “Hasta acá llegué”.

Durante sus últimos días, Mujica fue visitado por figuras cercanas, entre ellas su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, y el propio presidente Orsi, quien dijo tras verlo: “Está muy mal… se está cuidando”. Su compañera de vida había advertido que estaba en “una situación terminal”.
Mujica fue mucho más que un político. Nació en Montevideo en 1935 y en su juventud integró el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Fue arrestado en varias ocasiones y pasó 14 años preso, muchos de ellos en condiciones inhumanas. Sin embargo, al recuperar la libertad, abrazó la democracia y se convirtió en una de sus figuras más carismáticas.
En 2010 fue elegido presidente de Uruguay, cargo que ejerció hasta 2015. Durante su mandato rechazó los privilegios del poder: donaba gran parte de su salario, seguía viviendo en su chacra modesta en las afueras de Montevideo, conducía su viejo Volkswagen Beetle y nunca se dejó seducir por el lujo ni la ostentación.
El líder uruguayo fue respetado internacionalmente por su honestidad, su discurso coherente y su estilo de vida austero. Se convirtió en referente moral para movimientos sociales y jóvenes en todo el mundo. Su célebre frase, “El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes son realmente”, sigue siendo citada con frecuencia.
Su legado también se refleja en su partido, el Frente Amplio, que ha sido durante décadas la fuerza política más votada del país. El actual presidente, Yamandú Orsi, es considerado su delfín político y heredero ideológico.
Durante su despedida, Orsi recordó a Mujica como “un hombre que puso el alma por su gente, que creyó en la justicia social, que luchó por los más humildes y que enseñó que se puede gobernar sin robar, sin humillar y sin perder la ternura”.
A pesar de su estado de salud, Mujica nunca perdió su claridad política ni su vínculo con la gente. Hasta sus últimos días se lo veía, cuando podía, recorriendo su chacra, trabajando la tierra y reflexionando con sencillez sobre la vida y la muerte.
Con la partida de Mujica, América Latina pierde a uno de sus últimos referentes éticos y humanos de la política. El mundo despide al “presidente más pobre”, pero también al más rico en valores. Su legado trascenderá generaciones y fronteras.