La administración Trump cuestiona la relevancia de la OEA y amenaza con abandonar el organismo si no se toman acciones firmes ante los regímenes de Maduro y la crisis institucional haitiana
Bartolo García
La reciente sesión de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en Antigua y Barbuda, estuvo marcada por un duro pronunciamiento de Estados Unidos. La administración de Donald Trump expresó abiertamente su descontento con lo que considera inacción del organismo frente a la crisis en Venezuela y el caos político persistente en Haití.
El encargado de representar a EE. UU. en esta sesión fue el subsecretario de Estado, Christopher Landau, quien lanzó una contundente advertencia: si la OEA no adopta una postura clara y efectiva, Washington podría retirarse del organismo antes de que finalice el año 2025. El mensaje, aunque diplomático en la forma, fue directo en el fondo.
Landau acusó a la OEA de mantener una postura tibia frente al “fraude electoral” en Venezuela, refiriéndose a las elecciones presidenciales de 2024, en las que Nicolás Maduro fue declarado ganador ante el opositor Edmundo González Urrutia. Estas elecciones han sido fuertemente cuestionadas por múltiples gobiernos de la región, que alegan graves irregularidades en el proceso.
“La oposición no solo ganó de forma contundente, sino que tenía pruebas claras del fraude. El régimen ni siquiera intentó desmentirlo seriamente”, dijo Landau durante su intervención. “¿Qué ha hecho esta organización? Nada sustancial”, remató, con tono crítico hacia la pasividad del foro regional.

La postura estadounidense fue respaldada por una acción concreta: el presupuesto del Departamento de Estado para 2026 asigna cero dólares a la OEA. Esta decisión fue promovida por el secretario de Estado Marco Rubio, quien históricamente ha sido uno de los críticos más duros contra las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Rubio considera que la OEA ha perdido relevancia y que su permanencia depende de su capacidad para actuar con firmeza en defensa de la democracia y los derechos humanos. De no ser así, Estados Unidos preferiría canalizar sus esfuerzos diplomáticos por vías bilaterales o en organismos más eficaces.
El escenario haitiano también fue parte de la crítica de Landau. La administración Trump responsabiliza a la OEA de mirar hacia otro lado ante la profunda crisis institucional y de seguridad en Haití, que se ha agravado tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse y la incapacidad del país para formar un gobierno estable.
“El caos en Haití ha provocado desplazamientos masivos, hambre, violencia de bandas y colapso institucional. ¿Cómo es posible que no haya una reacción firme desde este organismo?”, cuestionó el diplomático. Para Washington, la inacción ante esta tragedia humanitaria también representa un fracaso de la OEA.
Además, Landau recordó que miles de migrantes haitianos y venezolanos han buscado refugio en los países miembros de la OEA, y que la falta de respuesta institucional no solo daña la credibilidad del organismo, sino que pone en jaque la estabilidad regional.
El mensaje enviado desde Washington es claro: la OEA debe reformarse o desaparecer. “Si no somos capaces de responder ante regímenes que pisotean los derechos humanos y amenazan a sus vecinos, debemos preguntarnos: ¿qué sentido tiene esta organización?”, expresó el subsecretario de Estado.
Por su parte, países como Guyana aprovecharon el foro para reiterar la solicitud de apoyo en su conflicto territorial con Venezuela, en una señal de que las tensiones geopolíticas siguen escalando en el continente sin una mediación regional sólida.
Esta crisis institucional dentro de la OEA plantea un escenario incierto para América Latina, donde la credibilidad de los organismos multilaterales es clave para la solución pacífica de conflictos y el fortalecimiento de la democracia.
De continuar por este camino, la región podría enfrentar una ruptura diplomática que debilitaría aún más los mecanismos colectivos de gobernanza y defensa de los derechos humanos, dejando a muchos países sin voz ni respaldo frente a crisis internas.
En este contexto, la próxima cumbre de la OEA será crucial. La permanencia de Estados Unidos en el organismo dependerá de si la organización es capaz de actuar de forma firme, o si sucumbe a las divisiones políticas que la han dejado paralizada en momentos clave.