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¿Seguirá el PRM en el poder?

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Por JUAN T H

Lo dije en el programa “Nosotros a las 8” que produzco junto con el experimentado comunicador George Rodríguez: “El Partido Revolucionario Moderno se mantendrá en el poder más allá del 2028 al ganar las elecciones de ese año durante un proceso electoral democrático alejado del fantasma del fraude y del robo de las elecciones, como ha ocurrido en el pasado reciente, por el hecho de que el presidente Luís Abinader no le interesa continuar al frente del Estado, primero por convicción propia de un demócrata, segundo por respeto a la Constitución que prohíbe la no continuidad en el poder por más de dos periodos.

 En las próximas elecciones, el que ganó, ganó, y el que perdió, perdió, lo garantiza el presidente de la República y la Junta Central Electoral. No habrá espacio para el fraude, ni para el robo de las elecciones, como ocurrió en el 2012, que el PLD, con Danilo Medina como candidato a la reelección, se robó vulgarmente los comicios, que había ganado en buenos términos Hipólito Mejía, para mantenerse en el poder hasta el 2018, cosa que intentó nuevamente en el 2020, pero no lo logró, por razones de todos muy conocidas.

Eso no sucederá en el 2028. Los dirigentes del PRM, bajo la dirección y el liderazgo del presidente Luís Abinader, que ha dicho en diferentes oportunidades, que será fiel cumplidor de los mandatos de la Constitución.

Ahora bien, es lo que dije en “Nosotros a las 8”, el PRM tiene todas las posibilidades de mantenerse en el poder más allá del presente mandato, si los aspirantes a la nominación presidencial, que cada vez son más, logran unirse y aceptar, como buena y valida, la voluntad popular expresa en la convención interna, sin pataleos, ni patadas de ahogados. “El que ganó, ganó, y el que perdió, perdió”, regla fundamental de los procesos electorales democráticos.

El presidente Abinader, que también será el presidente del partido, tendrá una gran responsabilidad, como jefe del gobierno y líder del partido. Tiene que ser el árbitro principal, imparcial, no importa que “él” o “ella” le merezca más confianza o simpatía; no solo por su condición de autoridad máxima, sino por los valores éticos y morales que posee. Por lo tanto, no debe convertirse en un factor a favor de ninguno de los candidatos. Tiene que mantenerse al margen, predicando con el ejemplo, exigiendo fiel cumplimiento de los acuerdos partidarios para garantizar la unidad partidaria.

No todos los aspirantes a la candidatura presidencial por el PRM tienen posibilidades de ganar. ¡Y lo saben! La mayoría ejercen un derecho legitimo con el interés de posicionarse políticamente de cara al futuro y lograr, de paso, una cuota de poder en el gobierno que surja de las urnas. Uno o una, será el candidato o la candidata, con posibilidades de convertirse en el próximo presidente o presidenta de la República.

Más allá de la vocinglería de algunos dirigentes políticos y de voceros opositores en las redes sociales, el gobierno del PRM que encabeza Abinader, va bien. Más allá de algunas denuncias temerarias y falsas, sin prueba alguna, el país marcha. Muchas veces no nos percatamos de los avances alcanzados en materia económica, política y social. En la mayoría de los renglones o parámetros, hemos avanzado considerablemente. Solo hay que ver como están los demás países de la región. Por fortuna tenemos un presidente vigilante de como marchan todas las instituciones del Estado, que trabaja 12 y 14 horas todos los días, de lunes a lunes, que no descansa los fines de semana ni los días feriados, los cuales aprovecha para inaugurar obras importantes. Y ese es un beneficio para el gobierno y para el país.

¿Hay problemas? ¡Claro que los hay! Muchos son heredados, como los de la educación y la salud, por ejemplo; otros como la corrupción y la justicia, que siguen siendo males endémicos, que solo con la fuerza ética y moral del presidente pueden enfrentarse con relativo éxito, como en efecto ha estado sucedido.

Como diría Peña Gómez, refiriéndose al PRD de otros años, solo el PRM derrota al PRM.

La oposición política, como yo lo veo, no tiene mayores posibilidades de volver al poder. Su liderazgo está disminuido, con poca influencia en los sectores de poder y en la misma población. Su estructura orgánica no es poderosa. La Fuerza del Pueblo es un partido de un solo hombre: Leonel Fernández, que ya fue presidente de la República durante tres periodos, sin nada nuevo que ofrecer. Padre de la corrupción moderna. Le sigue su hijo, Omar, un joven que no ha madurado políticamente, que aún tiene mucho que aprender y caminos que recorrer. No está listo. Es como una fruta verde que no se puede comer ni digerir hasta que madure. Después no hay nadie más a la vista. “Mientras Leonel respire, que nadie aspire”.

Por el otro lado está el PLD, cuyo líder, Danilo Medina, está impedido por la Constitución de volver al ruedo electoral. El otrora poderoso partido de gobierno, no se levantará del suelo mientras insista en la jefatura de la organización, ordenando y disponiendo lo que debe hacerse o no. Para Danilo el PLD es su arma de reglamento, su bunker político para protegerse de la justicia. Los que aspiran a sustituirlo y convertirse en candidatos presidenciales, se desgarran unos y otros, como sucede, de algún modo, en el PRM. Salvajismo político electoral.

Les digo a todos los aspirantes a la nominación presidencial, que siempre será mejor arriba con presión que abajo con depresión. Si no lo creen, pregúntenles a los dirigentes del PLD y de la Fuerza del Pueblo, ¿si no es así?

La única posibilidad de levantar cabeza que tiene la oposición es uniéndose, algo muy difícil dado los niveles de odios y rencores que se anidan tanto en le Fuerza del Pueblo, como en el PLD. Pero, como también dije en “Nosotros a las 8”, en política no hay amigos, ni enemigos, solo intereses. Los enemigos de hoy pueden ser los amigos del mañana. ¡Y viceversa! No me extraña, pues, que se produzcan algunos esfuerzos por lograr una unidad coyuntural o parcial. Nada que no haya ocurrido antes en la historia de las ideas política contemporánea.

De todos modos, considero que el PRM, si mantiene su unidad, si logra realizar una buena convención interna, permitiendo que sean las bases del partido, sin que el dinero sea un factor determinante que incline la balanza a favor o en contra de alguno de los presidenciables, continuará en el poder. A menos, claro está, que suceda algo impredecible, como una guerra de consecuencia devastadora, un sismo de gran magnitud, un huracán batatero que lo arrase todo, como ocurrió en el 1930 con el ciclón San Zenón. Y ni así. De ocurrir algo semejante, habrá más razones para que el PRM, con su experiencia adquirida durante la epidemia del coronavirus, logrará continuar al mando de la cosa pública.

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