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Candado después del robo

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Equipos de rescate en búsqueda de sobrevivientes, la mañana del martes en Santo Domingo. Eddy Vittini (AP)

Por JUAN T H

Un refrán muy popular dice que “el dominicano pone candado después que le roban”. ¡Y es verdad! Pero muchas veces, aún después del robo, los dominicanos no ponen candados, ni toman las medidas previsoras para evitar que le vuelvan a robar. No colocan cámaras de seguridad antivandálicas, un “agente de seguridad armado”, (aunque se duerma en las noches), pero que garantice la seguridad de su negocio, de su hogar y de su familia.

Esto lo digo a propósito de la tragedia de la discoteca Jet Set, que a pesar de las fallas estructurales (sobrepeso en el techo, lozas desprendiéndose, toneladas de aire acondicionado, etc.) nunca se rediseñó, ni se adecuó correctamente, en una clara deficiencia de los dueños del establecimiento de diversión y por la falta de supervisión y control del gobierno de la municipalidad.

Juan TH

(La tragedia -ya lo he dicho- bien pudo evitarse con tan solo haber pensado en la gente que constantemente asistía al lugar. (Con una inversión mínima, reparando o reforzando la estructura, el techo no se derrumba y no mueren, trágicamente más de 230 personas)

(Como diría Silvio Rodríguez, “Cuando Rubby Pérez salió a su ventana. No sabía, mi amor, no sabía que la luz de esa clara mañana era la luz de su último día. Y las causas lo fueron cercando, cotidianas, invisibles. Y el azar se le iba enredando, poderoso, invencible…)

Pero en este país se piensa más en el negocio que en la gente, en los beneficios que produce un negocio, que en los seres humanos. (Las consecuencias del descuido, tanto del Estado, como de los empresarios y negociantes, son siempre, lamentables en pérdidas de vidas.

Todos moriremos en algún momento, pero ninguna de las personas que murieron aplastadas por el derrumbe de un techo, debieron morir esa noche, mientras bailaban, cantaban, compartían con familiares y amigos, reían y se divertían. La muerte los tomó por sorpresa, como un asalto inesperado, matando, al mismo tiempo, sueños e ilusiones, esperanza y fe. (Aún pienso en Guarionex, el hijo de Eduardo Estrella, con quien compartí muchos momentos agradables y quien tenía un futuro promisorio, junto a su flamante esposa, Alexandra Grullón, la hija de la distinguida dama Melba Grullón. No logro borrar su imagen de mi cabeza.

Recientemente el presidente de la Sociedad Dominicana de Sismología, (Sodosismica) ingeniero Leonardo Reyes Madera, con más de 40 años de experiencia y estudios especializados en el área, participó en el Almuerzo del Grupo de Comunicación Corripio, donde hizo importantes revelaciones sobre la posibilidad de un sismo o terremoto (con tsunami incluido) de grandes magnitudes como los que ya han ocurrido en el pasado, incluyendo el que devastó Haití, con más de 300 mil muertos,  como bien dice el ingeniero Madera, fue un sismo en la isla aunque afectó fundamentalmente la parte occidental de la isla.

El ingeniero Madera no sólo participó en el Grupo Corripio, también lo hizo, días después en el programa de televisión “Nosotros a las 8” que conduzco junto al experimentado comunicador George Rodríguez desde hace más de cinco años, que se difunde por “Teleradioamerica”, de lunes a viernes.

Lo que dijo el ingeniero me llenó de espanto: la mayoría de las escuelas, colegios, hospitales, edificios públicos y privados, puentes, carreteras y avenidas, precisan de remozamiento y revisión estructural sismorresistentes para evitar tragedias humanas igual o peores que la de Jet Set.

(El que se comprueba que hizo una escuela, hospital, edificio, carretera, etc., con vicios construcción o fallas estructurales que puedan poner en riesgo la vida de los demás o daños al Estado, tendrá que pagarlo con sus propios recursos, no con recursos del Estado. ¡Ya gasta de irresponsabilidad, de componendas políticas, de incompetencia profesional y complicidad para garantizar impunidad política)

El número de escuelas públicas, colegios privados, elevados, túneles y puentes que urgentemente tienen que ser reparados, ante la posibilidad de un sismo de gran magnitud, es enorme. Muchas torres merecen atención. Pero sus propietarios se niegan a realizar las inversiones recomendadas; prefieren que el edificio les caiga encima y los mate antes que repararlos. ¡No hay conciencia!

Pero el gobierno tampoco hace lo que tiene que hacer. No obliga, no impone su autoridad. (Señores, aquí hay restaurantes que solo tienen una muerta de entrada y salida. Las rutas de escape no existen. Igualmente hay edificios sin escaleras de emergencia. Los estadios deportivos, y centros culturales, también tienen que ser remozados y reestructurados, respetando los aforos, cosa que nunca se hace, porque el negocio de los empresarios está primero que la gente.

El principal edificio de oficinas públicas (El Huacal) tiene muchísimas fallas, incluyendo una cisterna de 50 mil galones de agua en el techo. ¡Increíble! ¿No?

Según dice el ingeniero Madera -no tengo porque dudarlo- el presidente Luís Abinader está muy preocupado por esa situación. Lo llama constantemente y le pregunta sobre como marchan los trabajos en escuelas, carreteras y puentes. El costo es muy alto. No siempre los recursos están disponibles. Pero hay que buscarlos, porque siempre es mejor prevenir que lamentar.

Ahora todo recae sobre el gobierno. La mayoría de las demandas judiciales por el derrumbe del techo de Jet Set están recayendo sobre el Estado, no sobre los dueños que, al final, no saldrán tan perjudicados como el Estado. (El derrumbe de Jet Set se convertirá en un gran negocio. Muchos profesionales del derecho ganaran mucho dinero con la tragedia)

En este país las cosas hay que imponerlas, muchas veces por la fuerza; los derechos humanos hay que garantizarlos, no por las buenas, sino por las malas. La gente no entiende, no hace conciencia de sus propios peligros ni de los peligros sociales. La “democracia” no sirve para nada frente a las posibilidades reales de un sismo, un ciclón, un tsunami, o una tragedia como la de Jet Set, que insisto, pudo haberse evitado.   

Hay un plan nacional de estudio en todas las escuelas, colegios, edificios públicos y privados, puentes y carreteras. El estudio avanza. Ojalá sea una prioridad. Así como el Congreso aprueba préstamos para cualquier cosa, que aprueba uno, millonario, para el plan de remozamiento y reestructuración sismorresistentes de todas las obras del Estado. (La falta de recursos económicos no puede seguir siendo una excusa)

Los peligros asechan. Pueden estar a la vuelta de la esquina. Actuemos como los chilenos, japoneses y otros países que han adoptado medidas, aprobados leyes y protocolos para hacer menos trágica la tragedia de cualquier terremoto, vaguada, tormenta o ciclón como el de San Zenón, en 1930, cuando apenas éramos “tres gatos”. Ahora somos muchos, alrededor de once millones, con un país que ha crecido enormemente sin control, sin orden, sin ley y sin conciencia ciudadana. Y un país así, no es un país, que no sea, de mierda.

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