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¿Qué pasa con el PRM?

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Por JUAN T H

En estos días me he preguntado, ¿qué pasa con el Partido Revolucionario Moderno (PRM) que no lo siento en el escenario político cotidiano a pesar de ser el partido que sustenta el gobierno del presidente Luís Abinader?

¿Qué pasa con el PRM que no lo veo ni lo siento en las calles, los barrios, los parques, las universidades; en fin, en los frentes de masas donde se supone que debe estar haciendo el trabajo de afiliación, educación y concienciación?

En el PRM los organismos no están funcionando. No opina sobre los grandes temas. No está en el debate, en los enfrentamientos que se producen todos los días en los medios de comunicación, obligando al presidente Abinader a intervenir todos los días como si fuera el único vocero, tanto del partido como del gobierno.

Nadie sabe cada qué tiempo se reúne la Comisión Consultiva ni los demás órganos de dirección municipal, provincial, barrial, etc. Un partido que no reúne a sus dirigentes permanentemente es como si no existiera. El PRM  no puede ser un partido que acciona solo durante los procesos electorales.

Al PRM le hace falta cohesión, unidad, estructura orgánica y disciplina; planes estratégicos seguidos de una táctica que lo impulse. El PRM no puede continuar  descansando solo en la figura del presidente Abinader que está como Dios: ¡en todas partes!

Como no soy miembro de ese partido, desconozco sus lineamientos ideológicos. Por lo que veo no encuentro ninguna diferencia entre los demás partidos políticos y el PRM. Todos son iguales o se parecen bastante. Sus diferencias son mínimas. El PRM tiene que diferenciarse del Partido de la Liberación Dominicana, de la Fuerza del Pueblo, del Partido Revolucionario Dominicano, del Partido Reformista y las demás fuerzas políticas del sistema. Una ideología, una plataforma programática, una  práctica política que lo separe de los demás partidos. Y eso no lo veo. Como tampoco veo las reuniones de los organismos dirigenciales, a menos que se hagan a puertas cerradas o clandestinas.

La dicotomía que observo entre funcionarios y dirigentes del partido obviamente se convierte en un problema. He pasado varias veces por la Casa Nacional del PRM y está prácticamente vacía. Ni una funeraria luce tan luctuosa y fría. La casa nacional de un partido en el poder tiene que tener vida siempre.

El presidente Abinader precisa de un partido grande, fuerte, bien organizado y disciplinado, con una dirección compacta, para desarrollar las tareas urgentes que reclama el gobierno y el país. El PRM  no puede ser un partido de coyuntura, ni para una circunstancia determinada, tiene que ser un partido para el porvenir, tiene que ser el partido de la esperanza nacional como lo soñó su líder José Francisco Peña Gómez.

Insisto en que los proyectos presidenciales que existen en el PRM, por muy legítimos que sean, tienen que ser suspendidos o puestos en pausa. El candidato presidencial para las próximas elecciones será Abinader. Pensar en otra cosa es un  suicidio. En lo que tienen que estar todos los dirigentes, militantes y simpatizantes del PRM  es en prepararse para las elecciones municipales del próximo año. El PRM tiene que prepararse para esa contienda que será un preámbulo de las elecciones presidenciales. El que gane esas elecciones probablemente gane las presidenciales.

El PRM tiene tareas pendientes, entre ellas, la comunicación, que históricamente ha sido deficiente en los gobiernos, primero del PRD, ahora, en el PRM. Una falla grande y grave  que habrá que resolver. Ha reprobado la materia comunicación, tanto interna como externa. Es urgente que tanto el gobierno como el partido resuelvan esa tarea pendiente.

El PRM  es el partido de Luís Abinader. Sobre sus hombros, y en menor medida sobre los de Hipólito Mejía, descansa el partido.

Creo que hay  que volver a las bases, darle el papel y la importancia que tienen en la lucha cotidiana.  No es cierto que las bases estén hechas para ser pisadas, como dijera alguien en una ocasión. Las bases tampoco son carne de cañón, ni carne sin ojo. Hay que ir a las bases, darle el lugar que se ganaron en las elecciones. Las bases de un partido juegan un rol fundamental en la victoria. No olvidemos que es el pueblo quien produce las victorias electorales. No olvidemos que así como el pueblo, el soberano, da las victorias, también las quita.

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