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A la deriva

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Por Luis González Fabra

Recientemente un dirigente de oposición se atrevió a afirmar que el país estaba a la deriva. también lo hizo un economista en un artículo publicado hace unos días en un periódico de circulación nacional.

Tanto el dirigente político como el economista veterano han errado en sus declaraciones, si se hubieran tomado la molestia de buscar el significado de “a la deriva”, habrían descubierto que nuestro país está lejos de encontrarse en esa situación.

El término “a la deriva” se utiliza para describir una situación en la que un país carece de un liderazgo efectivo o se encuentra en un estado de desorden político, económico o social. Se considera que un país está a la deriva cuando experimenta una falta de dirección clara y coherente en sus políticas internas y externas, lo que puede llevar a la inestabilidad y al estancamiento en diversos aspectos de la vida nacional.

En el caso de nuestra nación, podemos afirmar con certeza que no estamos a la deriva por varias razones fundamentales:

Nuestra democracia, con todos sus defectos e imperfecciones, ha mantenido su funcionamiento durante 57 años, llevando a cabo elecciones libres para elegir mediante el voto a las autoridades del Poder Ejecutivo, Legislativo y Municipal. Además, la corrupción generalizada se ha visto reducida desde que Luis Abinader, favorecido por el voto mayoritario, asumió la jefatura del Estado.

En términos económicos, nuestra nación goza de estabilidad. Aunque todavía enfrentamos altas tasas de desempleo, estamos experimentando un proceso de mejora significativo. La inflación está controlada y los organismos internacionales han elogiado la capacidad de resiliencia de nuestra economía tras la pandemia. No existe una deriva económica en nuestro país.

No se observan conflictos sociales ni divisiones significativas. Aunque ninguna sociedad está exenta de desafíos, no enfrentamos una creciente polarización política, tensiones étnicas o religiosas, ni protestas masivas y disturbios civiles que indiquen una deriva social.

La confianza y credibilidad en las instituciones del gobierno están siendo fortalecidas con esfuerzos continuos hacia la transparencia y la lucha contra la corrupción.

Nuestras relaciones exteriores y diplomacia se mantienen estables y productivas, manteniendo una influencia positiva en la comunidad internacional.

Estos indicadores generales son suficientes para establecer que el nuestro no es un país a la deriva, todo lo contrario, bajo e liderazgo de Luis Abinader en solo tres años de gobierno hemos avanzado mejorando la institucionalidad, solidificando el sistema democrático, dando independencia al ministerio público y no interviniendo en los procesos judiciales.

El gobierno ha enfrentado con valentía el problema migratorio, exponiendo con claridad la necesidad de que la comunidad internacional acuda en ayuda de Haití. Somos, al final del 2022 la séptima economía de Latinoamérica. Estamos entre los países con más crecimiento económico mundial al registrar el año pasado un incremento de 4.9 por ciento en el Producto Interno Bruto (PIB).

Las reservas internacionales de divisas cerraron el 2022 con 14,436 millones de dólares y el peso exhibió una apreciación de un dos por ciento.

El gobierno destina 240 millones de pesos diarios para la protección de las familias más vulnerables.

El turismo esta floreciente, casi cinco millones de turistas han visitado nuestro país en los primeros seis meses de este año, lo que pone cercana la meta de diez millones al final de diciembre.

En su última rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional el presidente Abinader dijo que, “en 2022 se destinaron más de 38mil millones de pesos para subsidiar el precio de los combustibles, más de 4,400 millones para amortiguar las alzas en la harina, el pollo, los fertilizantes y demás productos dentro de la canasta alimentaria, y otros mil millones para frenar el alza en la tarifa del transporte. Se canalizaron más de 3,500 millones para expandir y robustecer los programas supérate y Bono Gas”.

Según cifras del Banco Central la inversión extranjera directa aumento el año pasado más de un 27 por ciento respecto del año anterior, alcanzando una cifra sin precedentes de más de 3,950 millones de dólares.  Esta es la prueba fehaciente de la gran confianza de los inversionistas extranjero en nuestra economía, a pesar de que la economía internacional pasa por momentos difíciles.

¿Usted que cree que un país con estas condiciones está a la deriva?

Claro que no.

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